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15/2/13

historia de un jueves santo pasado por agua...


bueno esto es lo que he escrito este año para el boletín de la hermandad este año....

Historia De Un Jueves Santo Pasado Por Agua.

Hola a todos de nuevo querida familia, desde este ya mi segundo año consecutivo, afortunada o desafortunadamente este año no voy a hablar de los costaleros, pero sigue siendo todo un placer poder robar cinco minutos de vuestras vidas…
Esta es la historia de un jueves santo pasado por aguas, sí, pasado por aguas, así se presento el pasado 5 de abril.
El día estaba totalmente despejado, si no recuerdo mal, pero el agua se esperaba para las 8 de la tarde, y la incertidumbre abundaba por cada rincón de Algeciras, por cada costalero/a, por cada penitente, por cada capataz, contraguía, por cada mantilla… Los teléfonos echaban fuego, la pregunta del día era ¿Saldremos?...
A pesar de todo, cada persona del cortejo tenía su ropa preparada encima de la cama para vestirse e ir a la iglesia, el traje de penitente, los tacones de cada mantilla ``Telita´´, la corbata de cada capataz, la ilusión de niño penitente y como no el costal planchado.
Los costaleros estábamos citado un par de horas antes en la casa de hermandad, allí nos encontramos todos los costaleros, bueno la gran mayoría, besos, abrazos, apretones de manos, pero todos sabíamos lo mal que lo íbamos a pasar, todos habíamos puesto www.eltiempo.es en internet durante toda la noche, pero de nada servía.
Manuel López Arcas, capataz general de la hermandad, nos dio sus últimas intenciones para ese día, cada relevo en su sitio, atento abajo y mucha seriedad…
Entre en la iglesia pisando blandamente como queriendo no alterar el momento espiritual, tuve la impresión de estar inmerso en un corazón de terciopelo rojo, una lagrima dulce como tu semblante corría por tu faz trinidad, y sentí como mi señor del tres caídas me decías: no temas en la palma de mi mano te tengo tatuado…  Desde entonces no sentí temor alguno porque todos los jueves santo los pasarás conmigo.
Y después de haberme ido tranquilo fui al bar de la esquina, tomando algo para calmar los nervios del estomago veíamos los penitentes pasar para el patio de la iglesia, allí se agrupaban todos, qué color más bonito tenía ese patio, azul y blanco. Los rayos del sol te dejaban ciego pegando en esas capas blancas relucientes, los nervios se notaban en el ambiente incluso se podía ver.
La junta de gobierno ya empezaban a reunirse, todos esperábamos al hermano mayor dar sus últimas palabras, los penitentes preparando el cortejo, los acólitos ya llenaban de incienso la iglesia, los costaleros parecían toreros preparándose unos a otros para la ``pelea´´. Tengo que decir que yo era el que estaba más nervioso de todos, no paraba de mandar a la gente bajo el paso pero mi gran amigo Patiño me decía:
- Tranquilo Rafa, chiquillo que aun no se ha decidido nada.
Hasta que salió el hermano mayor, la junta había decidido salir a la calle por su barrio, como es lógico la gente apoyo esa decisión, y ahí si mandé a todos para abajo. Las costaleras se arrimaban a su Trinidad, yo levante el faldón y conforme iban pasando los míos le iba deseando suerte uno por uno, abrazos, besos, a ¨liarla¨, esa era la palabra, todos bajo el paso y Monda dijo:
- Manolo Arca está fuera, uf se nos paso con los nervios.
Otra vez fuera, uno por uno, abrazando a toda su cuadrilla, ya estábamos todos con los ojos brillosos. Yo me quedé el último mientras estaban todos entrando en el paso, abracé a todos mis capataces, y tengo que confesar que en ese instante viví el momento más bonito en la hermandad, abrace a Luis Mari y nos echamos a llorar como dos madalenas. Me acuerdo perfectamente que le dije:
-Luis un año al que él me respondió.
- Vamos a ¨liarla¨ Tadeo que hemos tragado mucho, que el que está arriba no se merece menos gracias.
Gracias a ti Luis, por estar ahí a cada instante para nosotros y para el que reza de rodillas.
No ha había notado un abrazo más humilde que ese, ya te lo dije ese día y te lo vuelvo a repetir, contigo hasta el fin del mundo.
Volvemos al jueves santo. Ya bajo el paso escuchábamos la banda de fondo llegando, los pestillos de las puertas de la gloria, tres golpes secos de martillo:
-Tadeo.
- iiiiiiiiiiiiiii.
Retranqueo en la iglesia y ahora si a esta es, la clavamos, vaya ``levantá´´ los tíos ``engorilaos´´, los kilos ni los notábamos, los tambores revocaban en las paredes de la iglesia, los penitentes ya lucían sus trajes por las calles de Algeciras en su cortejo, la cruz ya guiaba el camino el paso en la puerta, los dos costeros a tierra por igual. Allí estábamos, 40 corazones arrodillados pasito a pasito los rayos del sol entrando por los respiraderos, más a tierra se escuchaba desde fuera, casi como soldados salíamos gateando de la iglesia, pierna izquierda arriba, golpe de martillo y arriba, ya sonaba la marcha real, izquierdo tras izquierdo así ponía rumbo la tripulación del navío encarando las calles de su barrio. Primera levanta, como no para las niñas, me alegré mucho pero escuche:
- Está chispeando.
Se me quitó la cara de alegría, oído que nos vamos, me cortaron una de las marchas que más esperaba, Soledad en San Pablo, ¿Qué pasa?, nos preguntamos, chispeaba más de la cuenta, un minuto y hala, en la tarde de Jueves Santo en el respetuoso silencio que anuncia el pasar de Cristo irrumpe una oración, alma y corazón para el señor de San José artesano, la música hecha oración, una oración hecha música suena los sones de la pasión.
Así transcurría la tarde, paso a paso rodeábamos el barrio y el cielo cada minuto se cubría más por el estrecho.
-Ya llueve, se escucho de fondo el hermano mayor, para casa.
Ya acercándonos a las puertas de la iglesia, empezó a llover. No reviramos el paso, creo que derrapo de rodillas y para la iglesia. Ya estaba bajo resguardo, faltaba mi TRINIDAD pensé, aun van muy lejos, pues me marco unos izquierdos con la marcha real, ja, ja, pero mis largos no me dejaron al segundo izquierdo la delantera empujo,  y nos metimos del tirón, no me dio tiempo a decir vámonos cuando ya estábamos andando a paso de muda ja, ja, ja, evidenteme eso queda en anécdota.
Con los dos paso ya dentro, un par de mecías para suavizar el ambiente, yo no quería ni mandar porque la banda de Sevilla soplaban demasiado fuertes ja, ja, ja, no se me escuchaba bajo el paso.
Aquí termina un jueves santo pasado por agua, desde mi punto de vista.

He hablado con una amiga para que dé su punto también, Macarena Sánchez.
Bueno como nuestro hermano y costalero Rafa, o más conocido por Tadeo, me ha pedido que explique mi experiencia en el Jueves Santo 2012, intentaré explicarlo lo más resumido que pueda. La mañana del 5 de abril se presentaba soleada. Ese día y como cada año, las costaleras teníamos nuestra comida previa a la salida, en la que no faltaron risas y buenos momentos a pesar de los nervios. Conforme la tarde avanzaba, el cielo se oscurecía y nuestros deseos de un Jueves Santo como Dios manda se teñían de nubes grises.
Todos reunidos bajo el techo que ampara a nuestros titulares, al Señor de las Tres Caídas y a Ntra. Sra. de la Santísima Trinidad. Costaleras, costaleros, capataces y el resto de hermanos, todos esperábamos una decisión. La decisión llegaba de la mano de la Junta de Gobierno, quizá una de sus más difíciles decisiones en su mandato: arriesgarnos y dejar que el barrio disfrute de sus titulares.
Manos a la obra: se forma el cortejo, nuestros costales están a punto y sólo quedaba abrazarnos entre nosotras y abrigarnos con el precioso manto nuevo de la Trinidad. Una llamada a las puertas de nuestra Casa, 40 corazones que levantan al Caído a lo más alto y se dejan caer al unísono sobre las losas del templo. Ya sale el Moreno. Aplausos, himno y nos toca a nosotras. Golpes de martillo, Manolo al mando y recordando: “Una Madre, un camino, una cuadrilla”, y nuestra Trinidad se eleva hasta donde antes llegó su Hijo aún en el interior del templo. 35 corazones en uno sólo: el de Ella, arrastrándose con la mayor de las fuerzas hasta la puerta para salir, para que su gente la vea, radiante y reinando el Jueves Santo que se nos presenta y aún no ha empezado.
Los sones de nuestra banda nos animaban y la gente de nuestro barrio nos aplaudía, y así se lucía a la Trini en su plazoleta. Mucha gente se volcó ese día, mucha gente llegaba, jamás vi la plaza tan llena como entonces y todo por ver a su Moreno y su Madre bendiciendo sus calles. No más de una hora en la calle y nos empezó a llover. Los nervios, las palabras de calma de nuestros queridos capataces, nuestros ojos más allá de esos respiraderos. Nuestro Moreno ya está a salvo, es hora de resguardarnos. Abrazos, lágrimas y pensamientos: “ha sido como Él y Ella han querido, han visto a su gente y han dicho: tengo suficiente”.
Sólo en el momento en el que ambos deciden no tocar más las estrellas esa noche, sólo entonces, me di cuenta de lo afortunados que fuimos realmente. No fue como planeábamos, no fue cómo habíamos ensayado, pero nos queda la experiencia de haber mostrado a su barrio el cariño, la pasión y el esfuerzo que les dedicamos, todo reflejado en un solo día.
Pero lo que tristemente se reflejó en ese Jueves Santo en nuestras caras, fue la decepción de otro año más en casa. La impotencia de no mostrarle a esta ciudad el arte y la belleza de nuestros titulares con sus 40 y 35 corazones debajo.
A pesar de las lluvias, de los errores que podamos cometer, cada Jueves Santo bajo sus ojos verdes, mirándola con mi costal aún puesto y mi sudadera bañada en lágrimas, le digo: “no pasa nada, otro año será. Seguiré bajo tu manto y amparo, mi Trinidad” y le tiro un beso. Ningún Jueves Santo pasado por agua me hará cambiar este extraño sentimiento que siento bajo mi Trinidad, aquí seguiré otro año más para lucirte sobre mi costal.

Bueno terminamos con esto como siempre digo Amor se escribe con T y por algo será, Tres caídas y Trinidad…

Rafael Tadeo Perea.
Macarena Sánchez Martin.

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