bueno esto es lo que he escrito este año para el boletín de la hermandad este año....
Historia
De Un Jueves Santo Pasado Por Agua.
Hola a todos de nuevo querida
familia, desde este ya mi segundo año consecutivo, afortunada o
desafortunadamente este año no voy a hablar de los costaleros, pero sigue
siendo todo un placer poder robar cinco minutos de vuestras vidas…
Esta es la historia de un jueves
santo pasado por aguas, sí, pasado por aguas, así se presento el pasado 5 de
abril.
El día estaba totalmente
despejado, si no recuerdo mal, pero el agua se esperaba para las 8 de la tarde,
y la incertidumbre abundaba por cada rincón de Algeciras, por cada costalero/a,
por cada penitente, por cada capataz, contraguía, por cada mantilla… Los
teléfonos echaban fuego, la pregunta del día era ¿Saldremos?...
A pesar de todo, cada persona del
cortejo tenía su ropa preparada encima de la cama para vestirse e ir a la
iglesia, el traje de penitente, los tacones de cada mantilla ``Telita´´, la
corbata de cada capataz, la ilusión de niño penitente y como no el costal
planchado.
Los costaleros estábamos citado un
par de horas antes en la casa de hermandad, allí nos encontramos todos los
costaleros, bueno la gran mayoría, besos, abrazos, apretones de manos, pero
todos sabíamos lo mal que lo íbamos a pasar, todos habíamos puesto www.eltiempo.es
en internet durante toda la noche, pero de nada servía.
Manuel López Arcas, capataz
general de la hermandad, nos dio sus últimas intenciones para ese día, cada
relevo en su sitio, atento abajo y mucha seriedad…
Entre en la iglesia pisando
blandamente como queriendo no alterar el momento espiritual, tuve la impresión
de estar inmerso en un corazón de terciopelo rojo, una lagrima dulce como tu
semblante corría por tu faz trinidad, y sentí como mi señor del tres caídas me
decías: no temas en la palma de mi mano te tengo tatuado… Desde entonces no sentí temor alguno porque todos
los jueves santo los pasarás conmigo.
Y después de haberme ido
tranquilo fui al bar de la esquina, tomando algo para calmar los nervios del
estomago veíamos los penitentes pasar para el patio de la iglesia, allí se
agrupaban todos, qué color más bonito tenía ese patio, azul y blanco. Los rayos
del sol te dejaban ciego pegando en esas capas blancas relucientes, los nervios
se notaban en el ambiente incluso se podía ver.
La junta de gobierno ya empezaban
a reunirse, todos esperábamos al hermano mayor dar sus últimas palabras, los
penitentes preparando el cortejo, los acólitos ya llenaban de incienso la
iglesia, los costaleros parecían toreros preparándose unos a otros para la
``pelea´´. Tengo que decir que yo era el que estaba más nervioso de todos, no
paraba de mandar a la gente bajo el paso pero mi gran amigo Patiño me decía:
- Tranquilo Rafa, chiquillo que
aun no se ha decidido nada.
Hasta que salió el hermano mayor,
la junta había decidido salir a la calle por su barrio, como es lógico la gente
apoyo esa decisión, y ahí si mandé a todos para abajo. Las costaleras se
arrimaban a su Trinidad, yo levante el faldón y conforme iban pasando los míos
le iba deseando suerte uno por uno, abrazos, besos, a ¨liarla¨, esa era la
palabra, todos bajo el paso y Monda dijo:
- Manolo Arca está fuera, uf se
nos paso con los nervios.
Otra vez fuera, uno por uno, abrazando
a toda su cuadrilla, ya estábamos todos con los ojos brillosos. Yo me quedé el
último mientras estaban todos entrando en el paso, abracé a todos mis
capataces, y tengo que confesar que en ese instante viví el momento más bonito
en la hermandad, abrace a Luis Mari y nos echamos a llorar como dos madalenas.
Me acuerdo perfectamente que le dije:
-Luis un año al que él me respondió.
- Vamos a ¨liarla¨ Tadeo que
hemos tragado mucho, que el que está arriba no se merece menos gracias.
Gracias a ti Luis, por estar ahí
a cada instante para nosotros y para el que reza de rodillas.
No ha había notado un abrazo más humilde
que ese, ya te lo dije ese día y te lo vuelvo a repetir, contigo hasta el fin
del mundo.
Volvemos al jueves santo. Ya bajo
el paso escuchábamos la banda de fondo llegando, los pestillos de las puertas
de la gloria, tres golpes secos de martillo:
-Tadeo.
- iiiiiiiiiiiiiii.
Retranqueo en la iglesia y ahora
si a esta es, la clavamos, vaya ``levantá´´ los tíos ``engorilaos´´, los kilos
ni los notábamos, los tambores revocaban en las paredes de la iglesia, los
penitentes ya lucían sus trajes por las calles de Algeciras en su cortejo, la
cruz ya guiaba el camino el paso en la puerta, los dos costeros a tierra por
igual. Allí estábamos, 40 corazones arrodillados pasito a pasito los rayos del
sol entrando por los respiraderos, más a tierra se escuchaba desde fuera, casi
como soldados salíamos gateando de la iglesia, pierna izquierda arriba, golpe
de martillo y arriba, ya sonaba la marcha real, izquierdo tras izquierdo así
ponía rumbo la tripulación del navío encarando las calles de su barrio. Primera
levanta, como no para las niñas, me alegré mucho pero escuche:
- Está chispeando.
Se me quitó la cara de alegría,
oído que nos vamos, me cortaron una de las marchas que más esperaba, Soledad en
San Pablo, ¿Qué pasa?, nos preguntamos, chispeaba más de la cuenta, un minuto y
hala, en la tarde de Jueves Santo en el respetuoso silencio que anuncia el pasar
de Cristo irrumpe una oración, alma y corazón para el señor de San José
artesano, la música hecha oración, una oración hecha música suena los sones de
la pasión.
Así transcurría la tarde, paso a
paso rodeábamos el barrio y el cielo cada minuto se cubría más por el estrecho.
-Ya llueve, se escucho de fondo
el hermano mayor, para casa.
Ya acercándonos a las puertas de
la iglesia, empezó a llover. No reviramos el paso, creo que derrapo de rodillas
y para la iglesia. Ya estaba bajo resguardo, faltaba mi TRINIDAD pensé, aun van
muy lejos, pues me marco unos izquierdos con la marcha real, ja, ja, pero mis
largos no me dejaron al segundo izquierdo la delantera empujo, y nos metimos del tirón, no me dio tiempo a
decir vámonos cuando ya estábamos andando a paso de muda ja, ja, ja, evidenteme
eso queda en anécdota.
Con los dos paso ya dentro, un
par de mecías para suavizar el ambiente, yo no quería ni mandar porque la banda
de Sevilla soplaban demasiado fuertes ja, ja, ja, no se me escuchaba bajo el
paso.
Aquí termina un jueves santo
pasado por agua, desde mi punto de vista.
He hablado con una amiga para que
dé su punto también, Macarena Sánchez.
Bueno como nuestro hermano y
costalero Rafa, o más conocido por Tadeo, me ha pedido que explique mi
experiencia en el Jueves Santo 2012, intentaré explicarlo lo más resumido que
pueda. La mañana del 5 de abril se presentaba soleada. Ese día y como cada año,
las costaleras teníamos nuestra comida previa a la salida, en la que no
faltaron risas y buenos momentos a pesar de los nervios. Conforme la tarde
avanzaba, el cielo se oscurecía y nuestros deseos de un Jueves Santo como Dios
manda se teñían de nubes grises.
Todos reunidos bajo el techo que
ampara a nuestros titulares, al Señor de las Tres Caídas y a Ntra. Sra. de la
Santísima Trinidad. Costaleras, costaleros, capataces y el resto de hermanos,
todos esperábamos una decisión. La decisión llegaba de la mano de la Junta de
Gobierno, quizá una de sus más difíciles decisiones en su mandato: arriesgarnos
y dejar que el barrio disfrute de sus titulares.
Manos a la obra: se forma el
cortejo, nuestros costales están a punto y sólo quedaba abrazarnos entre
nosotras y abrigarnos con el precioso manto nuevo de la Trinidad. Una llamada a
las puertas de nuestra Casa, 40 corazones que levantan al Caído a lo más alto y
se dejan caer al unísono sobre las losas del templo. Ya sale el Moreno.
Aplausos, himno y nos toca a nosotras. Golpes de martillo, Manolo al mando y
recordando: “Una Madre, un camino, una cuadrilla”, y nuestra Trinidad se eleva
hasta donde antes llegó su Hijo aún en el interior del templo. 35 corazones en
uno sólo: el de Ella, arrastrándose con la mayor de las fuerzas hasta la puerta
para salir, para que su gente la vea, radiante y reinando el Jueves Santo que
se nos presenta y aún no ha empezado.
Los sones de nuestra banda nos
animaban y la gente de nuestro barrio nos aplaudía, y así se lucía a la Trini
en su plazoleta. Mucha gente se volcó ese día, mucha gente llegaba, jamás vi la
plaza tan llena como entonces y todo por ver a su Moreno y su Madre bendiciendo
sus calles. No más de una hora en la calle y nos empezó a llover. Los nervios,
las palabras de calma de nuestros queridos capataces, nuestros ojos más allá de
esos respiraderos. Nuestro Moreno ya está a salvo, es hora de resguardarnos.
Abrazos, lágrimas y pensamientos: “ha sido como Él y Ella han querido, han visto
a su gente y han dicho: tengo suficiente”.
Sólo en el momento en el que
ambos deciden no tocar más las estrellas esa noche, sólo entonces, me di cuenta
de lo afortunados que fuimos realmente. No fue como planeábamos, no fue cómo
habíamos ensayado, pero nos queda la experiencia de haber mostrado a su barrio
el cariño, la pasión y el esfuerzo que les dedicamos, todo reflejado en un solo
día.
Pero lo que tristemente se
reflejó en ese Jueves Santo en nuestras caras, fue la decepción de otro año más
en casa. La impotencia de no mostrarle a esta ciudad el arte y la belleza de
nuestros titulares con sus 40 y 35 corazones debajo.
A pesar de las lluvias, de los
errores que podamos cometer, cada Jueves Santo bajo sus ojos verdes, mirándola
con mi costal aún puesto y mi sudadera bañada en lágrimas, le digo: “no pasa
nada, otro año será. Seguiré bajo tu manto y amparo, mi Trinidad” y le tiro un
beso. Ningún Jueves Santo pasado por agua me hará cambiar este extraño
sentimiento que siento bajo mi Trinidad, aquí seguiré otro año más para lucirte
sobre mi costal.
Bueno terminamos con esto como
siempre digo Amor se escribe con T y por algo será, Tres caídas y Trinidad…
Rafael Tadeo Perea.
Macarena Sánchez Martin.
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